Qué de colores y sensaciones.
Qué de risas y llantos, contenidos ambos.
Qué tarde era, cómo había llegado, qué sabía, dónde se encontraba.
Cuando se quedó sin palabras, los sonidos de las ausencias la acobardaron. Por primera vez, se sentía tan débil.
Más tarde, era sorda. Ni siquiera el grito desgarrador del pánico era capaz de llegar a sus entrañas, extrañas.
Luego, dejó de hablar.
Un gran triunfo.
3 comentarios:
¿Qué ha pasado? No sé, algo.
Nunca es tarde para nada y más allá de la pura ficción existe todo un mundo real. Y si desenmascaras tus vicios y tus complejos, sería más fácil localizar y focalizar lo que es y debe ser siempre el eje de una vida: la felicidad.
Dicen por ahí que los bárbaros no acaban de llegar. Pues, mire usté, pa mí que han llegado ya y se instalaron hace muuucho tiempo entre nosotros: por eso, los confundimos; por eso, ni nos coscamos de su existencia vil y vilipendiadora.
Y no te asombres, pondío: están aquíiiiii... aunque no los veas ni los sientas. Mira, y verás: son fáciles de localizar cuándo sabes qué buscas. Jajjajajajajjajajjajajjajajjajja
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