SUEÑA,
que los sueños son el alimento más dulce que se sirve en la mesa de la vida.
Mery se negaba; y sin embargo, ella misma se lo imponía como tarea: soñar, soñar aun despierta.
Cualquier excusa era buena; o sin excusa.
Lo malo era el despertar, que siempre era distinto y para mal.
Algún día, algún día... tendría que ganar... ¿no?