Estoy en la otra dimensión, en la que puedo atrapar tu pensamiento. Un pensamiento, uno solo. Dos, sería un disparate.
Una vez atrapado, llegar a su interior es fácil y cómodo: sin clave de acceso ni password escondida, un soplo ligero y ¡ecco!.
Una vez dentro, contemplo las imágenes que como un tiovivo van pasando a mi lado y se deshacen; los sonidos de tu voz destripando complejos conceptos, incomprensibles; la estructuración creativa de tu opinión ante una nueva circunstancia... ¡Qué curioso! Por un momento, creí ser yo misma pensando tu propio pensamiento. Va a ser que no. Otra vez, no.
En esta otra dimensión, sólo puedo atrapar un pensamiento tuyo. Pero no puedo hacerlo mío. Lástima. O no, yo qué sé.
Vuelvo a la dimensión común y corriente, y me parece que han desaparecido cinco minutos de mi vida; o por lo menos, yo no sé dónde he estado.
Una vez atrapado, llegar a su interior es fácil y cómodo: sin clave de acceso ni password escondida, un soplo ligero y ¡ecco!.
Una vez dentro, contemplo las imágenes que como un tiovivo van pasando a mi lado y se deshacen; los sonidos de tu voz destripando complejos conceptos, incomprensibles; la estructuración creativa de tu opinión ante una nueva circunstancia... ¡Qué curioso! Por un momento, creí ser yo misma pensando tu propio pensamiento. Va a ser que no. Otra vez, no.
En esta otra dimensión, sólo puedo atrapar un pensamiento tuyo. Pero no puedo hacerlo mío. Lástima. O no, yo qué sé.
Vuelvo a la dimensión común y corriente, y me parece que han desaparecido cinco minutos de mi vida; o por lo menos, yo no sé dónde he estado.
El más valeroso y el más fuerte es aquél que con mayor libertad es capaz de poner sus palabras, pues nada es tan difícil como arrancarlas de sus falsas y sólidas conexiones.
(Hofmannsthal)