A solas con mi soledad,
no sólo la siento: tambien la huelo.
Sabe a profunda locura, a irrealidades naturales sobre una alfombra voladora…
Huele a tierra húmeda, portadora de sales, creadora de surcos enmarañados sin rumbo…
Evito su mirada y, aún así, la miro…
No se me ocurre ni tocarla; temo que me manche de tristeza para siempre.
Y, sin embargo, la arropo con mi mejor sonrisa y la envuelvo rociándola de esperanza…
Escucho su silencio tímidamente que, sin palabras, educa mi raciocinio con gotitas de metralla…
Y me callo… no hay más palabras…
A solas con mi soledad.
(¿Yo escribía esto? No me lo puedo creerrr...)