He visto dos veces tu mirada en pocos días.
He visto cómo haces propiedad privada, tuya, dos vidas.
Tristeza. Cuánta tristeza y desolación exhalaban esas miradas.
Impotencia. Nada qué decir. Ningún consuelo. O quizás sí.
En una, la llave es un imposible; casi un imposible; un posible imposible; qué sabe nadie. Todo o nada. Un muro. Hay ventana, adornada con un pesado cortinón. Oscuridad.
En otra, la puerta es blindada. No hay ventanas. Y ella está al otro lado. La solución es única y mala. Me rindo. No me hagáis nada.
Secuestras el tiempo en dónde anidas. Apagas el sol. Descorchas botellas de nada. Perfumas con pestilencia estancias diáfanas. No vengas. No te he llamado. Ignórame.
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