La realidad se genera de dentro a fuera, de lo sutil a lo denso. Partiendo de este principio, ante todo es necesario conocer en qué estado está nuestra mente. Y hay cuatro estados que son como cárceles:
- Estado de lo posible. Consideramos que aquello que deseamos es posible conseguirlo (¡ojo! sólo posible).
- Estado de lo imposible. Nuestra mente se cierra a la posibilidad.
- Estado de lo contingente. A veces me sale, a veces, no me sale. Dudo.
- Estado de lo necesario. Quiero esto porque lo necesito.
Empieza por salir de estos estados. Empieza por poner orden en tu mente y ver lo que deseas como una realidad, sin dividir fuerzas (quiero pero no debo; lo hago o no...)
Materializa ese deseo por medio de la palabra, concrétalo, defínelo, analiza tus palabras de manera que sean exactamente coincidentes con aquello que quieres lograr, escúchalas atentamente.
El orden, previamente establecido mentalmente, se cristaliza por medio de la palabra. Y tu energía se focaliza unificada hacia tu deseo.