domingo, 13 de mayo de 2012

Espirales

Gotas de un atardecer insípido

Qué de colores y sensaciones.
Qué de risas y llantos, contenidos ambos.
Qué tarde era, cómo había llegado, qué sabía, dónde se encontraba.
Cuando se quedó sin palabras, los sonidos de las ausencias la acobardaron. Por primera vez, se sentía tan débil.
Más tarde, era sorda. Ni siquiera el grito desgarrador del pánico era capaz de llegar a sus entrañas, extrañas.
Luego, dejó de hablar.
Un gran triunfo.